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Desde finales de los años 70 y casi ininterrumpidamente se celebra entre los vecinos de Portilla de la Reina y Cardaño de Arriba una romería que conmemora una leyenda que ha pasado de generación en generación en las dos localidades. Desde entonces, el domingo más próximo al 10 de agosto, una comitiva de vecinos de Portilla se dirigen a pie hasta la localidad palentina a través del valle de Lechada para llevar las velas que los antepasados de San Andrés prometieron ofrecer anualmente para agradecer un evento milagroso acontecido a uno de sus vecinos hace muchos años. Con la desaparición del pueblo y la integración de sus terrenos en Portilla, la tradición también ha sido heredada por nuestro pueblo.
Os invitamos a conocer esta curiosa historia a través de este artículo publicado por el Club de Montaña Espigüete en 2017 y, sobre todo, a participar en las próximas ediciones.
Artículo extraído del Club de Montaña Espigüete
¡SOMOS CARDAÑO!
Desde tiempo inmemorial, los vecinos de San Andrés de la Tierra de la Reina (hoy desaparecido), han venido cumpliendo fielmente con el voto comprometido de traer todos los años a San Lorenzo de Cardaño de Arriba, a perpetuo, tres velas de cuarterón y real y medio por el milagro de San Lorenzo y San Andrés.
Según cuentan los cronicones "la última familia de San Andrés bajó "con sus muertos y sus cantos "a Portilla de la Reina, quienes siguieron la tradición". Mucho antes, el Concejo de San Andrés de la Reina había tomado el siguiente acuerdo:
a cualquier o cualesquier de vos que este nuestro escrito vieredes: salud y gracia. Sepades que el Concejo de Yuso determina defacer manda e voto e han fuero de dar al pueblo e iglesia de Cardaño a perpetuo de tres belas de cuarteron y real y medio e los dichos homes facieron juramento sobre esto e dizeron e darance que era anssyl de lo cual facieron testimonio signado.
El año 1967 fue el último del que se tiene noticias que vinieran los vecinos de Portilla de la Reina a través de la montaña a traer el voto perpetuo comprometido.
En el año 1977, en vísperas de San Lorenzo, 10 de agosto, un grupo de montañeros palentinos del Club de Montaña Espigüete llegaron hasta Portilla de la Reina con el propósito de recuperar la tradición perdida y tuvieron la suerte de conectar con D. Agustín (agustino), quien lideraba un grupo de jóvenes entusiastas que tomaron la propuesta con tanto interés que desde el año siguiente y ya ininterrumpidamente hasta el actual se viene celebrando, y con pesar de todos, que ya D. Agustín, el “alma mater” de aquella acogida, no nos pueda acompañar.
La Asociación Cultural San Lorenzo de Cardaño de Arriba ha tomado el relevo y cada año, el Alto de Hontanillas, divisoria natural de Portilla de la Reina y Cardaño, sirve de lugar de encuentro de las comitivas de ambos pueblos, que llegan juntas hasta Cardaño, donde son recibidas al son de campanas y dulzaina para procesionar por las calles a San Lorenzo (un año portaron en la mochila a San Andrés, que formó parte de dicha procesión), luego misa y después la comida de la borrega para todos, y juegos populares, actos todos de confraternización y amistad ya conocidos.
Brevemente como recordatorio para todos, como fue el hecho que la tradición y la historia han recogido y que hoy conmemoramos:
Siguiendo la vía miliaria de Pía Vargas, romana, un vecino de San Andrés llamado Santiagón carreteó con sus bueyes como era tradicional, llevando sus productos de madera, pieles, nueces, frutas, etc. para cambiarlos por pan y vino hasta Tamaria (hoy Velilla), acompañado de su hijo Rodin de nueve años y el perro Tula.
La vuelta pasó a la historia de los milagros. De regreso ya por Cardaño de Arriba coincide con el toque de oración y envía a su hijo Rodin a que eche dos maravedíes en el cepillo del santo; ya la toca blancá de la nieve cubría el alto de Peña Prieta, y según avanzaba, el Pico Navarro se encanecía con la nieve. Horas después el camino se hacía muy inclinado y la ventisca no permitía ver el Alto de las Guadañas. Seguir era suicida. Toma la decisión de meter en el cillero del carro a Rodin envuelto en mantas y a Tula a su lado, arrebuja con lo que puede a los animales y les entretiene con el último pienso y se va en busca de ayuda a San Andrés.
En la ladera del Hormazo, cerca del pueblo, aparece el carro y las vacas y Rodin cuenta la historia: “llegaron dos hombres y el mandón le decía al otro, llama hacia arriba a las vacas, Lorenzo. Ya voy, ten, Andrés”.
“Y le facieron promesa de decretar día feriado el décimo día del mes octavo de cada ano e de facer peregrinaciones y festejos e de facer lantar merinas e viandas e facer gratias a Santo Lorenzo. Dado en San Andrés de la Tierra de la Reyna”.